Una boda en Alemania
En Julio, tuve la suerte de ser invitada a una boda en Alemania. Conocí a la pareja en Canadá, él es de allí y ella de un pueblo cerca de Múnich. En realidad, no era una boda en sí, ya que hacía dos semanas que se habían casado en Canadá, en el pueblo de él. Aún así, quisieron hacer una fiesta para celebrar su enlace para la familia y amigos de ella en Alemania, sin ceremonia, solo con la recepción.
Así pues, como amiga europea de ambos, me invitaron a su boda en Alemania, que me quedaba más cerca que la de Canadá, y no dudé en aceptar mi invitación. Alemania es un país del cual tenía buen recuerdo, y aprovecharía para visitar Múnich y algunos pueblos bávaros durante ese fin de semana que estaría de viaje.
¿Qué es lo que más me sorprendió de aquella boda en Alemania?
Las bodas llevan celebrándose durante siglos en la gran mayoría de culturas. Aunque puede parecernos que son acontecimientos muy parecidos para todos y que todo el mundo tiende a celebrar su matrimonio de manera parecida, no hay nada más alejado de la realidad. Cada cultura, cada pueblo, sostiene sus propias tradiciones. Lo que sí es común es que las bodas celebran la unión entre dos personas, aunque esta unión no va siempre vinculada al amor entre éstas.
Si comparo Alemania con la India, la China o algunos países de África, no me pareció en un primer momento que tantas cosas se diferenciarían de las bodas a las que he asistido aquí.
Pero estaba equivocada.
Las primeras diferencias surgieron cuando aparcamos el coche en el descampado que había delante de la cervecería donde se iba a celebrar el evento. Llegaba mucha gente vestida con trajes tradicionales bávaros y pasteles cubiertos en papel de plata. Asumimos que en la cervecería se celebraba algún otro evento, por lo que no le dimos importancia. Al poco tiempo, llegaron un par de amigas europeas más que, como nosotros, iban vestidas con lo que yo consideraba «normal» para una boda.
Al momento de entrar en la cervecería nos dimos cuenta entre risas que éramos nosotros los equivocados. Toda la gente que habíamos visto antes eran también invitados de la boda, y nos dijeron que para ellos era natural ir vestidos de esa manera, igual que lo habría sido ir «de boda» como nosotros. Simplemente, tenían las dos opciones.
Por otro lado, los invitados a la boda habían traído casi todos pasteles caseros de muchos tipos para el postre del evento, algo que me pareció muy bonito. Mi favorito fue el Apfelstrudel o pastel de manzana.
¿Qué tradiciones de Alemania rescató esa boda?
Pues hubieron varias, aunque sin duda fueron adaptadas por el hecho de ser una boda especial: no era una ceremonia, sino una recepción para celebrar la unión de la pareja.
Serrar el tronco
En Alemania es común que la pareja corte un tronco. Aquí les dieron un tronco y una hacha a cada uno para ver quién lo cortaba más rápido. Este acto simboliza el hecho de que la pareja tendrá que enfrentarse a muchos problemas de ese momento en adelante.
La fiesta termina antes de medianoche
Como para Cenicienta. La bodas bávaras terminan para todos antes de medianoche, ya que los novios tienen que ir a pasar la noche juntos. Además, es común que esa noche duerman en un lugar preparado expresamente para ellos, que no sea su casa.
Coches que pitan
Es tradición en Alemania que, después de la boda, los invitados dejen el lugar haciendo sonar las bocinas de sus coches para anunciar por las calles el enlace.
Bromas a los novios
En este caso, fueron en forma de preguntas incómodas y en público del uno sobre el otro.
En resumen, ir a una boda a Alemania fue mucho mejor de lo que tenía en mente. No fue como asistir a los típicos eventos a los que estamos acostumbrados aquí, sino una experiencia muy bonita y divertida que volvería a repetir sin dudar.